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Enseñando a tus hijos a gestionar la emoción de la ira

Actualizado: 27 jun 2021

La aventura de ser padres no es nada fácil y más aún cuando nuestros hijos tienden fácilmente a la ira.

Muchos adultos manifiestan temor al enfrentar esta emoción y la reprimen tanto en ellos como en sus hijos, pero esto es un error, ya que la ira no desaparece sino se gestiona adecuadamente, es más se acumula en nuestro cuerpo y ello puede ser dañino. El temor para enfrentarla nace de su mal manejo, dado una serie de conflictos inadecuadamente resueltos, que finalmente pueden llegar a terminar en situaciones agresivas y destructivas, solo por no gestionar adecuadamente la ira. Basta con observar a nuestro alrededor y ver como miles de situaciones se podrían haber prevenido -si las personas implicadas en el conflicto- hubiesen tenido más capacidad de controlar su ira. (riñas callejeras, violencia intrafamiliar, etc.)

Es precisamente (por lo anteriormente señalado), la importancia de educar emocionalmente a nuestros hijos desde pequeños, en relación a aprender a gestionar sus emociones.

Cuando los niños son chiquititos aún, no saben identificar claramente que es lo que les sucede, por ello muchas de susemociones desencadenan un arranque de rabia o ira, sin embargo, tras esta puede estar presente la ansiedad, la frustración, algún malestar físico, como cansancio, etc. Por ello es importante que desde pequeñitos les enseñemos a identificar lo que les acontece.

Para comenzar nuestra educación emocional lo primero que debemos hacer es enseñarles que es la ira o rabia, recalcando que no es una emoción negativa, sino una emoción más devarias emociones que experimentamos. Ayudarlos a identificar en qué lugares de nuestro cuerpo se presenta (tensión muscular, aceleración de la respiración y corazón, etc.) y entregarles ejemplos en que nosotros hayamos sentido ira.

Luego darles ejemplos de que situaciones provocan ira en otros niños y a su vez que logren identificar que situaciones a ellos les provocan ira. En este punto es importante nunca juzgarlos, porque así generamos un clima de confianza.

Posteriormente mostrarles que la ira o rabia tiene distintos niveles, puede comenzar con una leve molestia o malestar, posteriormente con un enfado un poco mayor y finalmente con un arranque de ira mayor. El fin es lograr que aprendan a identificar el nivel de ira que presentan en cada situación. Niveles, con su sensación emocional

  1. Malestar leve: ”Algo me molesta”, frunzo el ceño, no me siento bien.

  2. Enfado Moderado: “Estoy enfadado”, quiero gritar y decir cosas muy desagradables.

  3. Arranque se ira: “Tengo demasiada rabia”, golpeo, tiro y destruyo objetos


Una vez hayan aprendido a identificar los niveles, debemos enseñarles a ejecutar acciones que les permitan expresar su ira acorde a cada nivel. Por ejemplo, si solo es un malestar leve podrían conversar sobre qué cosa o situación les molesta, solo una vez que deseen hacerlo (siempre es importante respetar sus tiempos). Si ya es un enfado moderado, pueden salir del lugar donde se encuentran, ir al patio o su habitación, inhalar y exhalar lentamente usando alguna técnica de respiración eficaz y una vez calmados conversar sobre la situación. Si ya es un arranque de ira, es fundamental salir del lugar donde se encuentran, trasladarse a algún lugar seguro, patio, habitación, etc. E implementar el uso de la fuerza y el peso, ambas nos ayudan a liberar tensión, por ejemplo, golpear una pelota hacia un arco de futbol, golpear alguna almohada, etc. (nada que implique destrucción). Una vez recuperado el equilibrio, beber un vaso de agua, lavarse la cara con agua helada y si el niño lo desea conversar sobre el evento que gatilló la ira.

Es muy importante -siempre- llevar al niño a la reflexión del suceso que gatilló la ira y enseñarle a discriminar muy claramente entre acciones adaptativas y desadaptativas (que puede realizar y no puede realizar). Puede respirar, correr, chutear una pelota, etc. (siempre que el contexto se lo permita), no puede por ningún motivo, golpear, gritar garabatos o insultos, destruir o romper objetos, etc. Si el niño logra con éxito mantener el control de su ira de manera adaptativa es necesario reforzarlo con frases de elogio y estímulo.

Las acciones que recién se describieron son para implementarlas principalmente en el hogar, si el niño presenta arrebatos de ira en el colegio, es bueno acudir al apoyo de la psicóloga del colegio u orientadora y a su vez consultar a un especialista que entregue apoyo terapéutico.

También se recomienda, que los niños que tienden fácilmente a la ira, realicen ejercicio físico, ya que esta práctica, entre los múltiples beneficios que tiene, además ayuda a liberar tensiones.

Es fundamental tener en consideración que, para ayudar a nuestro hijo a gestionar su rabia, debo mantener la calma, ya que la ira es una emoción altamente contagiosa (al igual que la risa), por ello debo esforzarme en tratar de mantenerme enserenidad. La paciencia es la clave en conjunto con el ejemplo. Si yo como adulto sé gestionar mi ira, será más fácil enseñarlo a mi hijo.

Es necesario tener presente que un niño con elevados montos de ira, puede estar presentando otro conflicto de base que es necesario y oportuno atender a tiempo, por ello siempre lo mejor es consultar al especialista.




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