Dentro de las alteraciones del neurodesarrollo encontramos los trastornos del espectro autista (TEA), con una alta prevalencia afectando entre 1 a 2% de la población y con una proporción de 4:1 en hombres y mujeres. El TEA se caracteriza por un déficit persistente en la comunicación e interacción social y patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidas y repetitivas. Tiene una gran variabilidad fenotípica, con diferentes manifestaciones clínicas respecto a conductas y funciones comportamentales. Se trata de una condición que presenta aún una etiología exacta desconocida, pero que gracias a diferentes estudios y evidencia científica se pueden determinar factores de riesgos involucrados en esta condición. Los factores genéticos (alteración de diferentes genes) juegan un rol predominante junto con la interacción con factores ambientales.
De acuerdo con la evidencia científica, existen factores de riesgo más frecuentes de tipo genéticos, ambientales, interacción entre genética/ambiente y factores epigenéticos. Los factores ambientales involucrados corresponden a una edad materna y paterna avanzada (mayor a 40 años), medicamentos (ácido valproico, tóxicos), enfermedades maternas (DM, HTA, obesidad), estrés materno pre y perinatal por medio de la activación de vías relacionadas a mecanismos inmunes, prematurez, bajo peso al nacer, EHI y relación cuidador-niño anómala por medio de vías similares a los mecanismos relacionados al estrés materno. Todos estos factores pueden actuar a diferentes niveles y momentos del neurodesarrollo de manera directa o indirecta. Los factores de riesgo genéticos juegan un rol esencial en la etiología del TEA, determinado por una mayor recurrencia en familias (con una probabilidad de un 20%). En estudios de gemelos existe una concordancia de un 82 a 92% en gemelos monocigotos y un 20% si son dicigotos. Presenta una alta co-ocurrencia, encontrándose enfermedades genéticas con alta probabilidad de tener TEA, compartiendo genes que se relacionan con esta condición (enfermedades cromosómicas y síndromes genéticos).
El TEA es un desorden que está genéticamente influenciado. En el 60% de los individuos con TEA la etiología puede ser multifactorial, encontrándose innumerables genes relacionados a la condición (aproximadamente 1000 genes), además de las diferentes y complejas interacciones entre factores genéticos, no genéticos y ambientales (intoxicaciones, accidentes, malnutrición). En el 40% restante, se puede precisar una causa genética relacionada a un 10-20% de variación de número de copias (deleción o duplicación de regiones del genoma humano), 10-15% causas monogénicas sindrómicas (TEA asociado a otros síndromes), 3-5% a anomalías cromosómicas que pueden producir rasgos del TEA, y un 10% a otras causas relacionados a cuadros monogénicos.
Algunos de los mecanismos genéticos involucrados en el TEA, corresponden a anomalías cromosómicas tales como: deleciones, translocaciones, inversiones o aneuploidías. Los mecanismos más frecuentes son deleciones en la región cromosómica 22q11, duplicaciones invertidas en 15q, deleciones y duplicaciones de un fragmento de 3,7 Mb en la región 17p11 y duplicación del 5q11-q13.
En síntesis, el TEA, es una condición multifactorial, con diversos factores de riesgos de tipo genéticos, ambientales y epigenéticos pueden contribuir al fenotipo. Diferentes estudios científicos, análisis de interacción gen/ambiente y variados métodos han contribuido y son necesarios para entender la etiología de los TEA.
Referencias
Díaz Anzaldúa, A., & Díaz Martínez, A. (2013). Contribución genética, ambiental y epigenética en la susceptibilidad a los trastornos del espectro autista. Revista de neurologia, 57(12), 556. https://doi.org/10.33588/rn.5712.2013072
Genovese, A., & Butler, M. G. (2020). Clinical assessment, genetics, and treatment approaches in autism spectrum disorder (ASD). International Journal of Molecular Sciences, 21(13), 4726. https://doi.org/10.3390/ijms21134726
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